El disco duro como vientre
06.03.2013 | 02:19
JUAN JOSÉ MILLÁS Un forense informático es un señor que abre los ordenadores muertos, estudia sus entrañas y deduce de ellas la vida entera de su dueño. Ahí, en las entrañas del ordenador, está efectivamente su colección de fotos, su álbum familiar y su álbum privado. Quizá alguna instantánea del familiar se haya colado sin querer en el privado y viceversa, como cuando los políticos confunden lo que es suyo con lo que es de todos. Ahí están también las películas que almacenó para verlas a solas, cuando se encerraba en la habitación diciendo que iba a contestar unos correos. Por cierto, que ahí están asimismo los correos, en sus diferentes carpetas. Si el forense informático efectúa una incisión trasversal, al modo en que el médico forense introduce el bisturí en el hígado del cadáver, deducirá enseguida el grado de toxicidad de esos correos. Quizá el dueño del ordenador murió de ellos, de todos esos mensajes de amor o de desamor que se han quedado fríos en ese estómago al que llamamos disco duro.
En el disco duro se pueden rastrear también las últimas páginas web que el difunto visitó, que es tanto como decir los últimos bares en los que entró así como las últimas consumiciones que pidió y con qué aperitivos. Si el fallecimiento es reciente, aparecerán las patatas fritas a medio digerir, las aceitunas apenas destruidas aún por los jugos gástricos, el filete que se tragó sin masticar porque andaba con prisas? Pero estábamos hablando del disco duro del PC, nos del vientre de su usuario? La confusión proviene del hecho de que el ordenador ha devenido ya en una prolongación del propio cuerpo. Yo, del mío, de mi ordenador, tengo dicho que lo incineren y que no le hagan la autopsia, ni siquiera una autopsia menor, una autopsia caritativa, en busca del manuscrito de una novela sin publicar o de un poema de los últimos días en el que se advirtiera ya la premonición de la muerte. Las premoniciones sobre la muerte, habida cuenta de su inevitabilidad, tienen todas un poco de chiste.
Me pregunto a qué venía todo esto y venía, ahora lo recuerdo, a la extrañeza que me produjo leer en el periódico la expresión "forense informático". Ahora mismo, si quieres saber de qué ha muerto alguien, tienes que abrir su ordenador antes que su pecho.
En el disco duro se pueden rastrear también las últimas páginas web que el difunto visitó, que es tanto como decir los últimos bares en los que entró así como las últimas consumiciones que pidió y con qué aperitivos. Si el fallecimiento es reciente, aparecerán las patatas fritas a medio digerir, las aceitunas apenas destruidas aún por los jugos gástricos, el filete que se tragó sin masticar porque andaba con prisas? Pero estábamos hablando del disco duro del PC, nos del vientre de su usuario? La confusión proviene del hecho de que el ordenador ha devenido ya en una prolongación del propio cuerpo. Yo, del mío, de mi ordenador, tengo dicho que lo incineren y que no le hagan la autopsia, ni siquiera una autopsia menor, una autopsia caritativa, en busca del manuscrito de una novela sin publicar o de un poema de los últimos días en el que se advirtiera ya la premonición de la muerte. Las premoniciones sobre la muerte, habida cuenta de su inevitabilidad, tienen todas un poco de chiste.
Me pregunto a qué venía todo esto y venía, ahora lo recuerdo, a la extrañeza que me produjo leer en el periódico la expresión "forense informático". Ahora mismo, si quieres saber de qué ha muerto alguien, tienes que abrir su ordenador antes que su pecho.
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