ANILLOS
Los anillos son
verdaderos termómetros para medir nuestra fiebre de humanos. Y hoy estamos
verdaderamente enfermos, los políticos nos tienen sujetos y guiados por el
anillo de la nariz, como los osos bailarines de Rumania, que bailaban para evitar
el dolor. El papa y los cardenales hacen que bajemos la cerviz ante ellos para
besarle el anillo. Las novicias lo reciben como sumisión y entrega total a Dios.
Los anillos sirven como ostentación, para pavonearnos. También son una alianza
de matrimonio que a veces se convierte en soga y de la que, por cobardía,
intereses o ambición no queremos desprendernos. Hasta el planeta Tierra, según los últimos descubrimientos
científicos, la rodea un anillo de antimateria, una banda de antiprotones que
podrían ser fuente de combustible futuro para naves espaciales, ya no tenemos por qué
envidiar a Saturno.
Los anillos
también pueden ser vínculos de amor, familia o amistad: el anillo de boda, el
de la abuelita que tantos recuerdos nos trae, el de nuestro cumpleaños…
Cuando morimos
nos desprenden de los anillos para no ser objeto de saqueos, como en el caso de
los faraones. O tal vez para que en el más allá, si lo hay, no nos valoren por
nuestros signos externos.
Vivimos con estos anillos-termómetro desde que nacemos. La
clave está en escoger bien el modelo y no sentirnos sometidos, atrapados o
encadenados a ellos.
Angela
Grazas ao teu relato, nun agasallo do meu
ResponderEliminarmaridoamanteamigocompañeiro... verei sempre a esperanza na súa esmeralda e o brillo do amor, nos brillantiños.
Estupendo.
Es un fenómenos Angelita... Primeiro escribes un relato e agora unha reflexión, casi un miniensaio sobre os aneis . Arriba a productividade!!!
ResponderEliminarAo longo da historia hai moitisimas lendas de antigas civilizacións nas que se lle otorga aos aneis poderes fabulosos, loitas para ser os donos de tan preciada xoia !algo che deben ter!
ResponderEliminarPrecioso estudo.