viernes, 13 de enero de 2012

DUDAS RAZONABLES

Desde que soy consciente, y ya son noventa años de veterana consciencia, la duda, es mi señal de identidad. Dudo, luego existo, sería mi lema. No concibo la vida sin la duda. Y no hay nada que se me antoje más odioso que la seguridad plena. Pienso que el que está seguro de algo, o es un necio o no sabe ver más allá de la certeza. Y certezas, las justas. Es más, cuando creo que estoy seguro de algo, por higiene mental, busco otras alternativas, y, podéis creerme, todas me parecen iguales o más válidas que la mía. Por eso practico la DUDA como filosofía de vida. Porque, quién en su sano juicio puede apostar por algo, si hay infinitas posibilidades para apostar, a favor, en contra o todo lo contrario.
 Por poner un ejemplo: ¿realmente existimos? Unos dirán que sí, que por supuesto, que estamos en este mundo, que gozamos y sufrimos… que somos y estamos. Pero, y ¿cuándo dormimos? ¿Cuándo olvidamos el pasado vivido?  ¿Cuándo el tiempo nos cambia? ... …dónde quedan los sueños, dónde los olvidos, dónde nuestras  vivencias? Todo es relativo, todo es dudoso. ¿realmente somos? ¿o todo es sueño, que dijo nuestro Calderón?

Dudo desde que tengo uso de razón. Y la razón me hace dudar. La duda es lo que la inteligencia pone a nuestra disposición, para no situarnos en la posición de ombligo, de la seguridad del ignorante. Para que tomemos tierra en esta tierra movediza y caduca. Sólo sé que no se nada, decía el sabio. Por eso practico la duda, para no caer en el espejismo de la  certeza, porque, decía Hamlet… “to be or not to be, that is the question”.
Y “the question” es que, a mis noventa años, y toda una vida llena de dudas que resolver, y que ya no necesito resolver, porque ni me interesa ni me siento capaz de resolverlas, a lo único que aspiro es a dejarme llevar, una vez más, por el camino de la duda razonable, a dónde ésta quiera llevarme, a la acogedora tierra del olvido final, o a otra dimensión, que se me escapa por irreal, pero que tampoco descarto.

Es por eso que, ante la duda, he dejado bien claro mi testamento:
Primero, nada de incineración, por lo que pueda pasar.
Segundo, dejo un diez por ciento de mis bienes a quien demuestre que mis dudas eran injustificadas y que mis hijos son realmente míos.
Tercero, en el caso de que Clara no me haya sido infiel (cómo siempre he sospechado,
al triplicarle la edad) con mi abogado, dejo la totalidad de mi fortuna a mi joven esposa, siempre y cuando no vuelva a casarse, ni tenga relación alguna con otro hombre. En caso contrario, toda la propiedad pasará a manos de…
los pequeños cantores de Viena, que deberán comprometerse a hacer seis misas cantadas al año… por la duda, razonable, de …si hay otra vida.
Angela Fernández.




4 comentarios:

  1. Bueno, Angelita, tesme a-no-na-da-da, xúrocho.
    A primeira parte é o ensaio que eu quixera facer sobre a dúbida, pero non dei. Para min está perfecto, de veras, literariamente e formalmente.
    A segunda parte, está claro, só ti a argallarías.....
    Noraboa. De verdade me sinto moi feliz de compartir cousas tan fermosas e boas.

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  3. Estou totalmente de acordo con Gema . Non se podería facer un ensaio da dúbida máis breve nin mellor artellado; pero é que a cousa non queda aí. Logo ven unha segunda parte do máis inxeniosa que xa non ten nada que ver co xénero do ensaio , pero que o complementa e o trivializa (e digoo como unha virtude máis do texto porque é moi dificil de acadar isto) facendo que resulte un relato profundo e á vez fresco, incluso cun intelixente ton humorístico na última parte.. A verdade unha perla literaria.

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  4. Este parágrafo é " a altura dos meus anos" un compendio de sabeduria.
    Na vida nada é predicible e por eso é tan apaxionante.
    Todo é posible.
    Trascribo o parágrofo.
    "A la acogedora tierra del olvido final, o a otra dimensión que se me escapa por irreal, pero que tampoco descarto"
    Noraboa Ángela, pola farma e polo fondo.

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